domingo, 14 de agosto de 2016

EL RITO DE LA BALMA
Al finalizar el ritual secreto, los chamanes de la unión de clanes hicieron subir al líder de caza y guerra de cada una de ellas. Uno por uno se les mostró el plan de batalla plasmado desde tiempo inmemorial en el abrigo de la balma, situado a media altura del escarpe. Cada gran cazador observó los dibujos, maravillado por el mágico poder de aquellas imágenes en movimiento, sintiendo un escalofrío ante los hombres tensando los arcos..., esos arqueros que eran ellos y, al mismo tiempo no lo eran, imágenes de hombres que ya no existían a la vez que de hombres por existir. Volvieron la vista hacia la hoz del río y su maravilla alcanzó el culmen al comprender, de un simple vistazo cómo la magia de la pintura se correspondía con la realidad del lugar. Escucharon atentos las instrucciones de los chamanes, innecesarias por lo claro que estaba lo que se había de hacer y descendieron a impartir las órdenes concretas sobre dónde ubicarse y cómo actuar.
El río, como tantos otros de lo que hoy conocemos como cuenca mediterránea, sólo fluía durante unas semanas en la época de bajar las aguas al gran lago salado y desaparecía, resucitando brevemente tras una lluvia torrencial. El resto del año era un pedregal serpenteante que se abría paso entre barrancos, ofreciendo a hombres y animales unas cuantas charcas en las que saciar la sed. A veces ni eso.
Al pie del abrigo de la balma había una charca, una de las mejores de la zona. Si no la hubiera, el abrigo no contendría magia alguna, la fuerza de las imágenes se complementa con la del agua que surge y desaparece en la tierra.
Todos se situaron en los lugares indicados y aguardaron. Pasó una hora, pasó un día, nada sucedió y nadie se movió sino lo indispensable. Pasó una noche, pasó una mañana, una tarde y, cuando el fuego del cielo de otoño empezaba a descender, una de las centinelas destacadas en lo alto hizo la señal convenida y cada uno se ocultó tras las rocas, tras los arbustos.
El tiempo transcurrió con una lentitud exasperante. Otra centinela reiteró la señal. Ahora eran cuatro indicando a los chamanes y los tres grupos de hombres que el momento había llegado.
Por el recodo de la izquierda de la balma, los chamanes les vieron llegar tal y como las imágenes anunciaban. Las víctimas se aproximaban sin prisa, casi de manera despreocupada, sabedoras de que el agua les estaba esperando. Ni la proximidad de la charca les hizo apretar el paso. El más anciano de los hechiceros alzó el brazo y una centinela indicó al primer grupo que avanzase. Así lo hicieron los hombres, abandonando sus posiciones en el mayor silencio y disponiéndose a cerrar el valle para cortar la retirada.
Mientras, llegaron al agua y empezaron a beber. Una nueva señal y el segundo grupo, a cubierto, cortó el cauce por el lado opuesto. Era el momento. Los chamanes gritaron al unísono la invocación de la muerte que da la vida y todo sucedió entonces muy deprisa. Los que habían cortado la retirada corrieron hacia la charca profiriendo aterradores alaridos al tiempo que volaban dos o tres flechas y en el agua hubo apenas un segundo de confusión antes de iniciarse una loca carrera para poner distancia con los agresores, que contaban con la impagable ventaja de la sorpresa.
Apenas treinta o cuarenta metros permitían alcanzar el siguiente recodo del río seco, que giraba hacia la izquierda y ponerse a resguardo de los atacantes, pero era sólo una ilusión. Apenas tomaron la curva el segundo grupo se les echó encima y cundió el desconcierto. Pero quedaba una esperanza: el río había labrado un estrecho paso entre las rocas, un camino de huída, hacia él se lanzaron sin dudar, y hacia él hizo la centinela la señal definitiva. Apenas lo enfilaron les recibió una nube de flechas que atravesaron pechos, cuellos, costados. La trampa se había cerrado sin escapatoria posible. Los dos grupos que cortaban el cauce llegaron al fin y aquello fue una carnicería. Ninguno escapó. La magia había surtido efecto, una vez más.
Los hombres andaban de acá para allá, rematando agonizantes, cuando llegaron los hechiceros entonando cánticos, acompañados por las centinelas. En unos minutos estarían también las demás mujeres, los ancianos, los niños y podría comenzar la gran fiesta anual. Una manada entera de ciervos yacía a sus pies, el macho vencedor en la berrea, sus numerosas esposas e incluso varios cachorros de días, cuya vida fue un breve destello de aromas a monte y sangre.
Una celebración memorable. Jóvenes y ancianos recibieron los bocados más tiernos, los chamanes engulleron ritualmente las partes que acrecentarían su magia, los hombres las que les harían más fuertes y las mujeres comieron lo mejor de las hembras para hacerse con su fertilidad, garantizando la descendencia, asegurando el futuro de la unión de clanes. Sólo en ocasión tan especial se mataba a las hembras. Durante días se bailó y se rezó, se habló y se cantó, se compitió, se comió, se disfrutó y, por encima de todo, se arreglaron matrimonios.
Cuando todo fue consumido, cada grupo se reunió por separado, el chamán y el gran cazador, los hombres, los ancianos y los niños. Las mujeres acompañaron a cada muchacha a su nueva familia. Hubo lágrimas, abrazos, cantos, bienvenidas y despedidas. Todos se dispusieron a regresar, cada uno a su poblado. Ya no eran la unión de clanes. Volvían a ser grupos independientes, confederados, vecinos unidos por lazos espirituales y familiares, pero independientes por encima de cualquier otra consideración. Mañana, ya en la aldea, antes de que se borren los recuerdos de las jornadas felices pasadas en común, el hechicero, la sacerdotisa y el gran cazador empezarán a ver la manera de ampliar el territorio de caza, el modo de desplazar a los del poblado vecino, ayer hermanos y hoy competidores. Tratarán de hacerse con los cazaderos..., por las malas, ya que por las buenas nadie acepta ceder su terreno. En un año, renacerá la lealtad de la unión de clanes y volverá el tiempo feliz del rito inmemorial de la balma, la caza en común y la celebración de la vida. Hasta entonces...
(La concavidad o balma al que se refiere este relato, es el abrigo levantino denominado Cova dels Cavalls o Cueva de los Caballos, situado en el Barranco de Valltorta, en las inmediaciones de la localidad castellonense de Tirig)

lunes, 7 de marzo de 2016

PRISAS Y FE


Una mazmorra de la Cartago romana, allá por el año 202 d.C., debía de resultar bastante impresionante, y más considerando que muchos de los confinados eran masacrados en espectáculos sangrientos, a manos de gladiadores o atacados por las fieras.

En ese caldo de cultivo característico del sutil al par que brutal ordenamiento jurídico romano, el naciente cristianismo halló uno de los más eficaces sistemas de proselitismo religioso: el banderín de enganche del sufrimiento entendido como punto de partida de la eterna bienaventuranza. Las persecuciones no siempre tuvieron el carácter sistemático que le atribuyen los textos tradicionales de la Iglesia, de hecho, buena parte de los denominados martirios fueron provocados por las propias víctimas. La ley estaba allí, aparejando la ejecución a la impiedad hacia los dioses del imperio..., y no hace falta salir a cazar infractores cuando se presentan por propia voluntad haciendo gala de su infracción.

Tal parece ser el caso de las mártires Perpetua y Felicidad que conmemora hoy el catolicismo junto con una serie de compañeros arrojados a las bestias durante el mismo espectáculo. Es uno de los típicos tándem del primitivo cristianismo, la noble Perpetua y su esclava Felicidad afrontan unidas la dureza de las leyes romanas, vinculadas por sus ideas y sin importarles el abismo social que las separa. Y es que yerra quien piense que puede haber algo nuevo bajo el sol..., y la transversalidad, tan actual en nuestro tiempo, es un buen ejemplo de ello. Pero el caso de Perpetua y Felicidad sería uno más entre tantos otros si no fuese porque, además de buscar la muerte desde sus respectivos extremos sociales, concurre en ellas un elemento distintivo: ambas son madres de bebés.



Bueno, en rigor sólo Perpetua es madre en el momento de su detención, mientras que Felicidad está embarazada a punto de salir de cuentas, por lo que no puede ser ejecutada según las leyes romanas. La familia pagana de Perpetua le lleva diariamente al bebé para que pueda amamantarlo, momentos que aprovecha su padre, el de Perpetua no el del niño, tratar de hacerla entrar en razón, evitando la ejecución. Felicidad da a luz durante el cautiverio, lo que le permite unirse a su dueña en el martirio. Porque ambas madres quieren a sus hijos, pero ansían con más intensidad la salvación eterna. Como esa frase de Shakespeare en que Bruto dice amar a César, pero lo mata porque ama a Roma más. El niño de Perpetua queda en manos de su noble familia..., lo más probable es que su padre lo mate -el paterfamilias tiene derecho de vida y muerte sobre cuantos parientes están sometidos a su autoridad-, para evitar más problemas de los que ya le está creando su hija, mientras que la niña de Felicitas queda, según el relato, en manos de unas mujeres cristianas..., cosa poco creíble, si consideramos que es una propiedad más de la familia de Perpetua..., a ésta posiblemente la venderían dado que su insignificancia social no puede ocasionarles problemas jurídico-políticos. Son los años de la decadencia del poder tradicional de los padres, pero sus derechos no están abolidos y pueden ejercerse en caso de necesidad, sacrificando a uno para salvar al grupo. Claro que estos detalles no los mencionan los principales comentaristas del martirio, entre los que destacan Tertuliano y San Agustín.

Las jóvenes madres se desembarazan de sus hijos y saltan resueltas a la arena en busca de la gloria eterna. Cantan himnos, confortadas por sueños premonitorios que los ángeles les han enviado, y son repetidamente embestidas por una vaca furiosa. Quedan maltrechas y un gladiador acaba con ellas. Luego ya..., la leyenda para atraer a otros a más de lo mismo e ir consolidando el prestigio de la naciente religión.

Son episodios reiterados a lo largo de la historia de las religiones. En la Córdoba medieval, cristianos deseosos de llegar a cielo por la vía rápida llegarán a montar toda clase de altercados callejeros para lograr que los árabes los quitasen de en medio. Varían los métodos, se mantiene el objetivo de alcanzar la bienaventuranza a costa de lo que sea.

En el Siglo de Oro, la santa abulense que había intentado sin éxito ser martirizada en su juventud, escribió aquella cumbre de la lírica castellana que dice "vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero que muero porque no muero."

Nada nuevo bajo el sol en la pulsión de muerte que inspira a las grandes religiones. Pulsión de muerte, abandonar al propio hijo y hacerse matar en tiempos de Septimio Severo, pulsión de muerte abandonar a los propios padres y suicidarse ocasionando una masacre en tiempos de Barak Obama. El ansia de morir, el ansia de morir y matar que vive en el entorno de los dioses..., o de los que esperan algo de ellos..., pasaportes rápidos al delirio del premio soñado. Pulsión de muerte; sólo varía el disfraz y el número de afectados en cada caso por la determinación del alienado de turno. Eso y la consideración de santos o demonios según la época, la creencia y el lugar.

Quien tenga interés en conocer con más detalle la "pasión" de Perpetua, Felicidad y sus compañeros de infortunio voluntario, puede hacerlo en "Pasión de las Santas Perpetua y Felicidad", de Editorial Acantilado. Una magnífica traducción de los textos antiguos y medievales, muy breves, no se me vaya a desanimar nadie pensando en latines infumables, que además del relato de la prisión y ejecución, recoge un testimonio de los últimos días de Perpetua redactados según la tradición de su puño y letra.

lunes, 8 de febrero de 2016

ALKA SELTZER
 
Cuando algunos españoles aprendan a distinguir entre mal gusto y delito, nuestra sociedad habrá dado un gran paso adelante en lo cultural. Las leyes penales, creadas como último recurso frente a los abusos de los infractores son, desde siempre, materia de portada periodística y tema de arranque para los telediarios. Cuando eso sucede, y ya les digo que sucede a diario, nos encontramos con la normalización de lo insólito y acabamos llamando Estado de Derecho a que, como reacción jurídica ante cualquier chorrada, jueces rigurosos, fiscales con obediencia debida y conjuntos de personas que casualmente se sienten ultrajadas en sus más íntimas convicciones el mismo día, a la misma hora y en el mismo lugar, tomen la decisión de matar moscas a cañonazos.
 
 
 
 
Tan peculiar actividad cinegética se desarrolla, cómo no, en el ámbito de un organismo jurídico con tufillo a excepcionalidad, como es la Audiencia Nacional -a la que no calificaré como heredera del Tribunal de Orden Público a través del Tribunal Central de lo Penal, porque lo ha dicho ya tanta gente muchísimo más preparada y erudita, que no merece la pena ponerse a la tarea-, en la que se domina con singular maestría el arte de hacer pasar por estrictamente jurídico lo que más de una vez y más de dos tiene un claro componente político. Tampoco es que haga falta esforzarse en demasía, teniendo, como tenemos, gobiernos especializados en hacer la ley para que se pueda hacer la trampa…, por no decir que se legisla la trampa para que nadie pueda calificarla como tal. Luego está lo del derecho al juez predeterminado por la ley y tal y cual…, pero es que al Derecho español le pasa un poco lo que a la ortografía castellana, que sería sencillísima si no fuese porque está llena de excepciones…, ya saben, las palabras que acaban en “gía” se escriben con “g”, menos “herejía”, entre otras…, y yo ya me entiendo…, y las que llevan “gen” van con “g”…, menos, por ejemplo, “berenjena”…, no…, nada, cosas mías también… Del mismo modo tenemos una Constitución que prohíbe expresamente los tribunales de excepción y garantiza al individuo el derecho al juez predeterminado por la ley; pero lo garantiza de modo tal que uno pueda ser juzgado de manera excepcional dentro de la más estricta y respetuosa normalidad constitucional.
 
La Constitución es lo que tiene…, coherencia global…, que viene a ser algo así como que, en plan axioma indiscutible, las contradicciones que puedan hallarse en su texto no son contradictorias. Así, los españoles somos iguales a todos los efectos, pero eso no choca con el hecho de que haya un español que nace titular de principados, ducados, condados y señoríos cargados de historia por aquello de que va a ser Rey, porque como se ha decidido que la constitución es coherente sí o sí…, y de igual manera se garantiza que a todos nos correspondan los mismos jueces salvo cuando el imperativo legal dispone que nos corresponden otros distintos, para bien en el caso de los aforados, para mal en el de los titiriteros metepatas. Pues eso, coherencia global: todo es coherente porque la intención última del discurso constitucional prevalece sobre cualquier disonancia que pueda haber en su seno por estrepitosa que pueda resultar.
 
Cuando todo esto se une a la función tradicional del Derecho de proteger a la sociedad de los robaperas, los bocachanclas y los marginales en general, acaban dibujándose abismales agravios comparativos, como la extrema dificultad de proceder de manera eficaz contra las infracciones de cuello blanco procedentes del poder político, mientras que cualquier mindundi, por sacar los pies del plato para provocar o llamar la atención, se ve en prisión sin fianza acusado de extinguir los dinosaurios, derretir la Antártida con soplete en ratos libres o matar a la mamá de Bambi a dentelladas delante de un grupo de alumnos de primaria..., y luego todos a casa a ver culebrones, realitys, debates de cotilleo faltón y demás exhibiciones de exquisita protección a los derechos de la infancia
 
Si en la defensa de la sociedad insistimos en que la excepcionalidad sea la regla general es que algo estamos haciendo rematadamente mal…, y de manera deliberada. Una Administración de Justicia que reacciona tan desaforadamente ante una jautada como la de “Alka-ETA”, a buen seguro necesita un buen vaso de Alka Seltzer.

lunes, 11 de enero de 2016

UNA DE VASCOS


 
Se dice que allá por la época victoriana hubo un temporal en el Canal de la Mancha, tan fuerte que los barcos no se arriesgaban a zarpar, y que el diario londinense The Times tituló en portada: "Fuerte temporal en el Canal de la Mancha. El continente queda aislado". Eso es tener británicamente claro dónde está el centro del mundo... Los ingleses han sido, probablemente, el pueblo que más y mejor ha explotado y exportado su visión anglocentrista de la tierra, si bien todas las naciones, en mayor o menor medida, cultivan esa técnica de reafirmación tribal. Desde los Estados Unidos a China, la noción de lo propio como referente de todas las cosas se configura a modo de versión identitaria del Relativismo. Si el hombre, tal y como afirmaba Protágoras, es la medida de todas las cosas, la visión etnocéntrica de una sociedad, aspira a convertirse en la medida de todos los fenómenos sociales.

Existe una visión española del mundo..., y una aragonesa..., y por supuesto una forma vasca de entender cualquier cosa. Se trata de una colección de mitos y verdades, creencias y ocurrencias generadas por el río de la historia y asumidas como propias, generalmente de manera acrítica, por las gentes de un cierto grupo social independientemente de su status como entidad política. Un enfoque propio del mundo y cuanto en él acontece, no es un fenómeno que se agote necesariamente en folclores, modismos y chascarrillos, antes al contrario, puede llegar a ser un arma política de primer orden. Que se lo pregunten a los judíos, dispersos a la fuerza por el mundo desde los romanos, perseguidos por casi todas las sociedades con las que han convivido y convertidos, gracias a su perseverante autoconvencimiento de ser el pueblo elegido por Dios, en Estado independiente a despecho de todos los países vecinos y principal potencia de la zona a todos los efectos..., principalmente a los malos efectos, pero esa es otra historia.


Todo esto viene a que he estado leyendo "La Historia Vasca del Mundo", de Mark Kurlansky, regalo de Charles de Batz. No está nada mal, para ser un norteamericano..., cierto que siempre se ha dicho que los mayores expertos en cuestiones hispánicas son los anglosajones..., pero también es cierto que en inglés "En la luna negra de los bandoleros cantan, las espuelas, ay, caballito frío, qué perfume de flor de cuchillo" pierde un montón. El libro es el más completo repertorio que he visto de cuantos componentes constituyen una identidad, una manera étnica de entender el mundo y la vida. Una forma vasca de ser, creer, explorar, guerrear, comerciar, pescar, cultivar, cocinar, comer..., incluso delinquir. Una forma vasca, euskaldun,  de todo. Lo bueno del libro es que contiene inexactitudes, sin que por ello pueda decirse que es una obra inexacta y rebosa de mitos pero con los pies en la tierra..., al mismo tiempo es un muy presentable libro de Historia sin academicismos y un certero análisis de una sociedad a lo largo del tiempo, con toda clase de concesiones al romanticismo y la imaginación. Es eso, la historia vasca interiorizada por los vascos.

Y que nadie crea estar libre de pecado para tirar alguna piedra..., que no hay pueblo en el que no suceda tres cuartas de eso mismo. Una cosa es lo que la gente piensa de su país, nación, etnia, lo que sea, y otra la realidad. Y la realidad, como suele ser más bien prosaica, siempre termina cediendo más o menos espacio al vuelo libre de la identidad. De eso y no de otra cosa, excepción hecha de sesudos investigadores, se compone la base de un sentimiento de identidad..., bueno, de eso y de unas consideraciones muy eruditas del afamado filósofo alemán Jürgen Habermas que no vienen ahora al caso.

En mi tierra, Aragón, donde existe una identidad histórico/tópica tan formidable como la que más, y con un infrecuente factor jurídico que la hace particularmente exótica, se da la inveterada costumbre de arremeter contra la más mínima imprecisión que pueda detectarse en lo referente a la identidad catalana..., y no lo digo yo, lo dijo D. Miguel de Unamuno hace un siglo porque la cosa ya venía de atrás..., en esta tierra mía, digo, en la Plaza de Aragón de la capital de Aragón, inscrito en el monumento al Justicia Mayor de Aragón se cita, palabra por palabra la clave de cúpula de todos nuestros históricos fueros y libertades..., el Fuero Viejo del Sobrarbe que está en el origen de todo lo aragonés..., pese a no haber existido jamás.
Pues eso, que en todas partes cuecen habas, que en mi casa a calderadas, y que si quieren entender un buen montón de cosas sobre los vascos y lo vasco, lo dicho: "La Historia Vasca del Mundo", de Mark Kurlansky en Ediciones El Gallo de Oro, es un título de lo más recomendable.
SIN TÍTULO

Se ha muerto David Bowie. El cáncer, que cuando viene airado, todo lo pasa de claro con su flecha..., y, como soy más raro que la calentura, vaya usted a saber porqué no se me va de la cabeza en todo el día una canción de Maxime Le Forestier:



Comme un arbre dans la ville
je suis né dans le béton
coincé entre deux maisons
sans abri sans domicile
comme un arbre dans la ville.

Comme un arbre dans la ville
j'ai grandi loin des futaies
où mes frères des forêts
ont fondé une famille
comme un arbre dans la ville

Entre béton et bitume
pour pousser je me débats
mais mes branches volent bas
si près des autos qui fument
entre béton et bitume

Comme un arbre dans la ville
J'ai la fumée des usines
Pour prison, et mes racines
On les recouvre de grilles
Comme un arbre dans la ville

Comme un arbre dans la ville
J'ai des chansons sur mes feuilles
Qui s'envoleront sous l'
il
De vos fenêtres serviles
Comme un arbre dans la ville

Entre béton et bitume
On m'arrachera des rues
Pour bâtir où j'ai vécu
Des parkings d'honneur posthume
Entre béton et bitume

Comme un arbre dans la ville
Ami, fais après ma mort
Barricades de mon corps
Et du feu de mes brindilles
Comme un arbre dans la ville

Tal vez sea porque siempre he sido más de Freddy Mercury..., tal vez sea porque en algo creo parecerme, loin des futaies, entre béton et bitume, a un árbol de ciudad.

sábado, 19 de diciembre de 2015

EX COLLIGENDVM OLEAS VENIO

El chaval otea con su catalejo desde el tejado.

Así me he sentido yo habitualmente, como alguien que  se limita a mirar en un mundo en el que pocos hacen y muchos hablan. La ilustración, tomada del genial Alex Raymond por mi amigo Charles de Batz, resulta, en cierto modo, descriptiva de mi personalidad..., o más concretamente de mi comportamiento habitual. Se trata de un dibujo sin historia de aquel gran inventor de historias que fue padre de Flash Gordon. Podría haber pasado, la imagen digo, desapercibida en un número cualquiera del Reader's Digest, que para quienes no lo conozcan, viene a ser algo así como la versión cultural de El Mensajero de San Antonio, que para quienes no lo conozcan viene a ser algo así como..., bueno..., el título lo dice todo. Pero estaba en manos de Charles de Batz y gracias a ello tengo un encabezamiento gráfico que me representa, al menos hasta este momento. Que a lo que vamos, no es que no me guste hablar..., que por supuesto que sí..., y no es que no tenga ganas de hacer..., pero eso ya..., como que se me pone un poco más cuesta arriba, por los años supongo, y porque tengo muy observado que a quien se arriesga a hacer, le suelen acabar pasando -servidumbres de nuestra civilización-, una interminable lista de facturas personales, sociales, laborales y de toda índole bastante caras..., sin olvidar a los especialistas en hacer notar que, o no lo hizo bien, o no hizo bastante, o no hizo al gusto de alguien, que al de todos es utopía.

Mirar por el catalejo, dónde va a parar, es bastante menos problemático aunque a la larga el paisaje llega a resultar reiterativo, cargante. Lo de hablar, eligiendo cuidadosamente con quién y de qué, resulta razonablemente seguro. Insuficiente. Insatisfactorio. Seguro. Es lo que tiene renunciar a según qué cosas, que te puede proporcionar una notable sensación de tranquilidad. Que sea sensación o realidad, bueno... El de la conformidad como pasaporte para la seguridad, no es sino un ingenioso sistema de control basado en estimular el instinto de conservación. Mecanismo que a fecha de hoy se sabe manejar con gran pericia en las altas esferas, en las medianas esferas, en esferas en general..., en el amplio abanico que va de la sugestión al terror, si algo se percibe sin necesidad de catalejos es que la coacción es uno de los motores del mundo.

Y el caso es que, de un tiempo a esta parte me está apeteciendo más hablar con claridad, en castellano y en prosa, independientemente de quién escuche, mientras que le voy perdiendo el gusto a lo de limitarme a observar. El día menos pensado me pongo a hacer, que otra cosa no, pero manos dispuestas está claro que faltan a millones..., pero mientras me decido les iré contando cosas, las que se me ocurran, en el orden en el que se me pasen por la cabeza y el día que encuentre tiempo para compartirlas. Para eso comienzo este segundo blog, tan distinto del primero.

Un filósofo chino de la antigüedad que se hizo famoso recopilando pensamientos profundos de esos que salen en los almanaques de sobremesa, dijo que el viaje más largo comienza con un solo paso. Yo, como ni soy chino, ni filósofo y lo más profundo que tengo es el estómago me permito poner en su conocimiento que el chaval del tejado acaba de agenciarse un altavoz, dispuesto a dar la tabarra al vecindario. Ojalá resulte de su agrado y si no, qué puedo decirles..., a mí que me registren..., de coger olivas vengo.