El chaval otea con su catalejo desde el tejado.
Así me he sentido yo habitualmente, como alguien que se limita a mirar en un mundo en el que pocos
hacen y muchos hablan. La ilustración, tomada del genial Alex Raymond por mi
amigo Charles de Batz, resulta, en cierto modo, descriptiva de mi
personalidad..., o más concretamente de mi comportamiento habitual. Se trata de
un dibujo sin historia de aquel gran inventor de historias que fue padre de
Flash Gordon. Podría haber pasado, la imagen digo, desapercibida en un número
cualquiera del Reader's Digest, que para quienes no lo conozcan, viene a ser
algo así como la versión cultural de El Mensajero de San Antonio, que para
quienes no lo conozcan viene a ser algo así como..., bueno..., el título lo
dice todo. Pero estaba en manos de Charles de Batz y gracias a ello tengo un
encabezamiento gráfico que me representa, al menos hasta este momento. Que a lo
que vamos, no es que no me guste hablar..., que por supuesto que sí..., y no es
que no tenga ganas de hacer..., pero eso ya..., como que se me pone un poco más
cuesta arriba, por los años supongo, y porque tengo muy observado que a quien
se arriesga a hacer, le suelen acabar pasando -servidumbres de nuestra
civilización-, una interminable lista de facturas personales, sociales,
laborales y de toda índole bastante caras..., sin olvidar a los especialistas
en hacer notar que, o no lo hizo bien, o no hizo bastante, o no hizo al gusto
de alguien, que al de todos es utopía.
Mirar por el catalejo, dónde va a parar, es bastante menos
problemático aunque a la larga el paisaje llega a resultar reiterativo,
cargante. Lo de hablar, eligiendo cuidadosamente con quién y de qué, resulta
razonablemente seguro. Insuficiente. Insatisfactorio. Seguro. Es lo que tiene
renunciar a según qué cosas, que te puede proporcionar una notable sensación de
tranquilidad. Que sea sensación o realidad, bueno... El de la conformidad como
pasaporte para la seguridad, no es sino un ingenioso sistema de control basado
en estimular el instinto de conservación. Mecanismo que a fecha de hoy se sabe
manejar con gran pericia en las altas esferas, en las medianas esferas, en
esferas en general..., en el amplio abanico que va de la sugestión al terror,
si algo se percibe sin necesidad de catalejos es que la coacción es uno de los
motores del mundo.
Y el caso es que, de un tiempo a esta parte me está
apeteciendo más hablar con claridad, en castellano y en prosa,
independientemente de quién escuche, mientras que le voy perdiendo el gusto a
lo de limitarme a observar. El día menos pensado me pongo a hacer, que otra
cosa no, pero manos dispuestas está claro que faltan a millones..., pero
mientras me decido les iré contando cosas, las que se me ocurran, en el orden
en el que se me pasen por la cabeza y el día que encuentre tiempo para
compartirlas. Para eso comienzo este segundo blog, tan distinto del primero.
Un filósofo chino de la antigüedad que se hizo famoso
recopilando pensamientos profundos de esos que salen en los almanaques de
sobremesa, dijo que el viaje más largo comienza con un solo paso. Yo, como ni
soy chino, ni filósofo y lo más profundo que tengo es el estómago me permito
poner en su conocimiento que el chaval del tejado acaba de agenciarse un
altavoz, dispuesto a dar la tabarra al vecindario. Ojalá resulte de su agrado y
si no, qué puedo decirles..., a mí que me registren..., de coger olivas vengo.
Suerte con el blog
ResponderEliminarY ¡¡felices fiestas!!
Seguro que triunfas.
ResponderEliminarSeguro que triunfas.
ResponderEliminarDejate de cosas de chinos ....
ResponderEliminarLos aborigenes australianos inventaron el walkabout.
Consiste en viajar sin nada a donde el destino te lleve.
Un saludo podemita